Prevención
(de 25 a 35 años)
Prevenir es curar y también embellece.
Adquirir hábitos saludables no entiende de edades pero un diagnóstico precoz de los primeros síntomas de madurez es básico para afrontar en un futuro el paso del tiempo, que inevitablemente deja huella en la piel.
La primera pauta es limpiar e hidratar en profundidad correctamente la dermis.
Imagen
(de 35 a 45 años)
Entrar en la década de los 30 años es sinónimo de plenitud y madurez personal. Desarrollo que va acompañado de los primeros signos de envejecimiento.
A partir de esta edad la regeneración cutánea se frena y precisa de una ayuda extra para restaurar la tersura de la piel y corregir las primeras arrugas.
Salud
(a partir de 45 años)
A partir de los 45 años, los cambios hormonales a consecuencia de la menopausia, la falta de ejercicio físico y malos hábitos de vida han provocado una aceleración en los signos de envejecimiento.
La piel empieza a perder la capacidad de hidratación, y a parte de beber mucha agua, es imprescindible utilizar un producto adecuado.